Gilberto Martínez Arango (1934-2017)

Gilberto Martínez (1934-2017)
Creo que Gilberto Martínez, así siempre lo conocimos (ahora, con su muerte, recuerdo que su segundo apellido era Arango), por su actividad permanente, apasionada, casi obsesiva, configuró en los últimos 50 años de la historia cultural colombiana uno de los pilares más destacados del teatro colombiano y latinoamericano. Aunque su profesión, la medicina, lo mantuvo por varios años cerca de la cardiología, y siempre fue un hombre atlético (alcanzó a ser campeón suramericano de natación), Gilberto sólo habló de teatro. Fue actor, director, gestor teatral, administrador público de teatro, ensayista, investigador y divulgador de las artes escénicas.
En 1976, como jurados que fuimos en los premios de Casa de las Américas, compartimos un enero entre La Habana y la Isla de la Juventud. Extrovertido, franco en sus opiniones, poco ortodoxo, severo en sus opiniones, respetuoso pero cercano a la polémica, indagador como pocos de los intríngulis del quehacer teatral y de las nuevas fronteras del texto y de la actuación teatrales, desde entonces siempre nos vimos en eventos comunes. Alguna vez me llevó a visitar la (su) Casa del Teatro de Medellín, que él había fundado y que sentía como su casa propia, más que su propio domicilio. También, fue un editor incansable, sufrido, tesonero, en las disciplinas teatrales. Publicaba una revista de teatro, editaba obras de ensayo sobre el tema. Le gustaba llevar su diario de trabajo, con el rigor de muchos grandes directores de teatro, como su maestro Bertold Brecht. Debió dejar muchas libretas escritas con sus observaciones acuciosas, diferenciadoras de tantas facetas que le gustaba contrastar.
Mario Yepes Londoño, su compañero de batallas teatrales, publicó en El Espectador (Bogotá, 6 de enero de 2017) una excelente y extensa crónica sobre Gilberto. A ella los remito. Es una manera de entender por qué, aunque tuviera menos prensa, su trabajo, desde Medellín, por más de medio siglo, lo sitúa al lado de referentes teatrales colombianos como Enrique Buenaventura, Santiago García, Ricardo Camacho, entre otros.
Extrañaremos su bisturí teatral, tan fino y delicado, como certero y visionario. Ojalá Medellín recoja su legado, su inmensa y rica biblioteca, su Casa, sus obras de teatro, su crítica, su revista, sus libros, su lealtad al teatro. Ojalá.

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