Sergio Pitol, el mago


Lo que quiero es, a propósito de la columna de Juan Gabriel Vásquez (que aparece todos los viernes en El Espectador), escribir siquiera un poco sobre Sergio Pitol. Tengo la impresión de haber escuchado la primera vez sobre él en los años 80s., cuando Marco Tulio Aguilera Garramuño llegó a Xalapa, y Pitol (foto) trabajaba en la Universidad Veracruzana. Pero como a Marco no se le puede creer todo, a Pitol vine (como vinimos todos, incluido el desagradecido de Darío, a quien Pitol le dedica muchas páginas en su último libro) a pararle bolas mucho años después. Y es una lástima que haya sido así. Porque, por lo visto, aunque su tratamiento en La Habana, del 2004, fuera exitoso, ya Pitol nunca será el mismo de los años 80s. Silvia Reyes me regaló el año pasado un libro loco de Sergio Pitol, El mago de Viena. Lo hizo el Fondo de Cultura Económica de México en 2006, pero en España se había editado en 2005. No tiene índice y uno se guía por los inter-títulos en mayúsculas. Yo, entonces, lo leí en el mismo desorden, agregándole el mío, porque en cada madrugada saltaba de un tema a otro más interesante, sin importarme su continuidad. (Creo que volveré a leerlo en el desorden del autor o de la editorial). Ahí están sus famosos viajes, que a la postre fueron uno solo. Y revuelve ensayo con crónica, presente con futuro –porque no quiere que lo emproblemen (viene del verbo emproblemar, que no existe en español) con las nostalgias del pasado-, diario del hoy con recuerdos anclados, serenidad con sapiencia, todo siempre en su estilo clarividente, eso que Juan Gabriel en su columna llama, cartesiano y justo, “una mezcla curiosa de humilde oralidad y de certidumbre sintáctica”. Porque, con viajes y con libros, o sin ellos, no he conocido a alguien que tenga conciencia de la escritura como este mago. Por eso, cuando el año pasado, propuse mi programa de “Poéticas de la narración” (hasta el par del Ministerio de Educación se asustó con este nombre), para la Especialización en Creación Narrativa de la Universidad Central, comencé con Aristóteles y terminé con Pitol. Sólo que debí señalar, no unos capítulos, sino El mago de Viena completo.

Comentarios

  1. Estoy de acuerdo, Pitol es un Mago. No he tenido la suerte de leer "El mago de Viena", pero si "El Arte de la Fuga" y "El tríptico de carnaval" y su universo de viajero perenne es fascinante. Saludos y una invitación a nuestro blog.

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